Descubrí ClassDojo de la mano de Roberto Alhambra
(@RobertoAlhambra) en una charla sobre gamificación que dio en A Coruña en
marzo de 2016. En cuanto lo vi supe que era lo que llevaba tiempo buscando.
Durante todo aquel curso las conductas
disruptivas habían sido un gran problema en mis clases y yo ya había usado
varias economías de fichas a tal efecto con relativo éxito, pero me faltaba un
sistema que me permitiera hacer eso con comodidad. No es lo mismo llevar un
recuento de conductas en un papel con 25 niños sentados en sus pupitres, que
con 25 niños moviéndose en un aula sin sillas. A priori poder usar mi móvil
para eso y sin mayor necesidad tecnológica sonaba atractivo y práctico.
Así que sin pensarlo mucho me decidí a probarlo con un par
de clases. Sin embargo, según lo iba configurando me pareció tan sencillo de
usar que me lancé a usarlo ya con todos los grupos de primaria. Y esto fue lo
que pasó.
AÑO I
Desde el primer momento tuve claro que lo que daría puntos
serían las conductas musicales: cantar, tocar, bailar, puesto que normalmente
si uno está tocando como corresponde no está haciendo lo que no debe. A eso le
añadí el dar puntos por estar en silencio (porque había quien no se callaba
jamás) y por cumplir el plan de clase establecido en la agenda de pared (de
esto hablaré en un post próximamente). En un principio eso era lo que había y
así lo presenté a las clases.
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Todo listo para lanzar el invento. |
Y funcionó. No diré que fue la panacea pero sí que mejoraron
mucho las conductas disruptivas. Lo suficiente como para ganar algo de silencio
y poder llevar algunas conductas. Poco a poco fui afinando algunos ítems o
creando algunos nuevos, que liquidaron problemas varios. Un ejemplo, había un
grupo en el que tardaban varios minutos en entrar en el aula, quitarse los
zapatos y situarse en su sitio en el círculo; así que opté por dar un punto por
hacer todo esto rápido. Resultado: En pocas semanas ya daba el punto a todos. Problema
resuelto y minutos ganados.
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Ítems iniciales, quizás demasiados |
En este primer año no hubo ninguna narrativa que guiase el
uso de Classdojo, solo la idea de tener un monstruo propio y de ganar puntos
con él. Pero por supuesto que hubo premios. Para empezar me guie por los
premios que Roberto Alhambra usaba, él mismo me los pasó y los adapté a mi
clase de música. Así los niños podían canjear los puntos ganados por premios
individuales. La idea era buena, mucha
gente la usa, pero en el contexto de una clase semanal de 50 minutos tuvo
varios inconvenientes, a saber:
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Tablas, tablas y más tablas! |
1º: Llevar el registro de los puntos gastados fue una
ardua tarea, a pesar de las múltiples tablas que hice. Como no quería borrar
los puntos dados de la app (me supondría una pérdida de información), había que
estar calculando siempre la diferencia para saber si tal alumno podía hacer tal
o cual cosa. Engorro máximo.
2º: Al ser premios individuales y cosas para hacer en
clase, como cambiarse de sitio, la entrada en clase a veces era caótica. Ese
momento en el que quieres empezar pero tienes a 5 preguntando si pueden
cambiarse de sitio... únelo al punto anterior y tendrás un lío organizado.
Además de que resultaba en una pérdida importante de tiempo cada día. Mal
asunto cuando solo tienes 50 minutos.
3º: La falta de premios grupales, que sí había usado a
principios de curso con las pequeñas economías de fichas que hice, no me gustó.
Eran buenas oportunidades para hacer actividades especiales que eché en falta.
Sin contar el buen ambiente de grupo que crean después de cumplir un objetivo.
Pero no todo fue malo. Un efecto secundario de usar
ClassDojo fue que como lo empecé a usar unas semanas antes del fin del 2º
trimestre, cuando llegó el momento de la evaluación descubrí que tenía una
cantidad ingente de información para evaluar! (Ingente, ingente no era, pero sí
mayor de lo habitual). Al haber puesto como ítems para ganar puntos conductas
musicales había realizado sin quererlo un registro de todo lo hecho durante ese
tiempo. Una auténtica maravilla para una materia con poco tiempo y muchas cosas
que hacer y evaluar. Y no digamos a finales de curso, con todo el tercer
trimestre entero registrado!
Ahora un apunte sobre cuestiones técnicas en ese año. A
nivel de aplicación mi uso de ella se redujo a la parte de los puntos. Solo di
acceso a la app a los más mayores a modo de prueba, pero la verdad es que
muchos ni entraron. No di acceso a las familias, no me interesaba, con lo que
tampoco utilicé ni las historias ni la mensajería (La verdad es que el centro
ya usaba otra app para estos menesteres). A nivel de aula, la falta de un
proyector en el que mostrar el contador lo suplí leyendo yo misma los puntos al
final de clase. Tuve que establecer como norma que solo los leía en ese momento
porque sino me estaban preguntando a cada minuto.
En general la experiencia en ese año I fue positiva. Los
beneficios del uso de ClassDojo ganaron con creces a los inconvenientes que en
realidad solo eran cuestiones a mejorar. Por tanto, todo apuntaba a seguir
usándolo en un futuro.
AÑO II
Nuevo centro. Más cursos. No solo daría en Infantil, sino
que en Primaria y la ESO. Casi todo el cole pasaría por el mi aula. Ante la
novedad de la ESO, antes de que empezara el curso me planteé la posibilidad de
usar Classcraft con esos cursos. Parecía más atractivo, pero tras instalar la
app, crearme una clase demo y “jugar” con ella unos días rechacé esa opción.
Classcraft me resultaba mucho más engorroso que el Classdojo al que estaba
acostumbrada. Además la novedad del Toolkit de Classdojo tenía muy buena pinta.
Visto que me quedaba con lo que tenía, decidí que si bien en Primaria en un
principio usarían los monstruos de avatar, en la ESO les dejaría poner otras
imágenes.
En este año II siguió sin haber narrativa. Me habría gustado
tener algo, pero no se me ocurrió nada que me encajara y fuera posible mantener a largo plazo con
tantos cursos diferentes. Lo que sí cambió fueron los premios: mayormente
grupales en vez de individuales al alcanzar una puntuación entre todos (500,
1000 puntos, etc.). Aquí tiré de cosas musicales como premio: aprender un
juego, llevar un instrumento raro de mi colección, juegos de mesa… Los premios
individuales fueron más bien escasos, quizás demasiado.
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Ítems positivos 2.0: Menos y mejor organizados |
Para este curso me mantuve en mi idea de dar puntos por
conductas musicales. Reduje la cantidad de puntos que daba a ítem positivo a
solo 1(lo que a la postre me facilitaba ver las estadísticas), pero en cambio
los negativos ganaron puntos. Ya que uso pocas veces los negativos, si los
tengo que usar que duela. Además a lo largo del año empecé a usar los puntos
neutros (0 puntos) para registrar ciertas cosas, por ejemplo si alguien no
había participado. Una manera rápida de tomar ciertos apuntes. Por otra parte,
el ítem de silencio lo reconvertí en “comportamiento esperado” y establecí que
solo se podía obtener una vez por clase si se había cumplido.
Y todo volvió a funcionar de nuevo. En general, la cosa fue
bien, pero hubo algunas dificultades reseñables:
- Llegar a un centro nuevo y aprenderse alrededor de 250
nombres juntos es todo un reto, aunque es necesario para ser ágil dando puntos.
Así que durante un tiempo “jugué” a dar puntos más en grupo cuando todos
conseguían algo que individualmente. En un principio la idea no es mala, pero
perdí detalles e información que solía tener para la evaluación.
- Si bien al inicio tenía claros los puntos y premios
correspondientes, conforme fue pasando el curso y se superaron esos niveles, no
tenía tan preparados los premios que iba a haber y decayó un poco el interés.
- En secundaria
algunos no entraron en el juego, pues no le encontraban utilidad. Me pregunto
si fue por culpa de la falta de narrativa.
Por otra parte, descubrí que usar Classdojo todo el año
requiere más energía de la que pensaba. Hay que ser constante o no funciona, no
te puedes olvidar de dar puntos un día o no mostrar el marcador. Aunque más de
una vez pasó. La escasez de tiempo en música es un problema. Aunque solo sea 1
minuto lo que se necesita para estas cuestiones no es tan fácil de sacar
algunos días. En este punto me alegré de haber establecido que ítems como el
del comportamiento los daba una vez por clase, lo que reducía las veces que
tenía que usar el móvil o el ordenador.
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Toolkit con todas sus posibilidades |
De todos modos, lo mejor de usar Classdojo este año para mi
ha sido el Toolkit sin lugar a dudas, unido a que este curso contaba con
proyector en el aula. No he llegado a usar todas sus mini aplicaciones, pero
las que sí he empleado han sido magníficas. Desde un inicio el armador de
grupos ha sido genial para crear grupos rápidamente, y bien configurado, sin
que algunos estudiantes que no deberían acaben juntos. Me evitó miles de
quebraderos de cabeza. El selector de un estudiante al azar también fue muy
útil. No volví a escuchar: ¡Es que siempre salen los mismos! Ahora el dios
random decide. Por último el temporizador fue una herramienta genial para que ciertas
tareas que antes se alargaban mucho ahora durasen lo que deberían. Del resto de
la app no usé nada más, ni cuentas de alumnos ni de padres, no lo consideré
necesario.
Unas ideas que sí fueron nuevas este curso, aunque quizás no
les saqué todo el partido que podría, fueron el uso de avatares cambiantes
según el tema y las misiones especiales. En algunos cursos mientras dábamos temas que lo permitieran
fácilmente opté por cambiar los avatares por instrumentos o músicos. Fue una
buena idea para ponerles imagen, puesto que en algunos casos además tuvieron
que investigar sobre el que les tocó.
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Cada cosa tiene su nombre, ¿porqué no aprénderselo? |
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Misiones especiales en la puerta |
Por su parte, las misiones especiales son
tareas especiales libres y optativas que cualquiera de 4º en adelante podía
hacer y daban 5 puntos. Para ello yo simplemente ponía varias en la puerta a
modo de oferta y ellos cogían dentro en una caja la que querían hacer. Tuvieron
una acogida variable en función de la oferta y la época del año. Las tareas más
curiosas tuvieron más éxito que no lo eran tanto (aunque en general trato de
que lo sean).
Para concluir creo que este curso Classdojo volvió a ser
algo positivo y útil. Los problemas
aparecidos son solo cuestiones a mejorar o afinar mejor, pero nada que impida su uso. Soy
consciente de que sin una narrativa fuerte el uso de la aplicación es muy
conductista, no tanto gamificador en sí, pero creo que no es malo. Solo es otro
posible uso y que a mí al menos me ha solucionado problemas del aula. Por
supuesto seguiré usándolo, dándole de cada vez una vuelta de tuerca más que lo
adapte mejor a lo que necesito y sea práctico.